09/12/2022
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Alimentta es una asociación científica creada en 2019 por 10 personas afiliadas a reconocidos centros de investigación de toda España, en la que también colabora. Su actividad la desempeña una red de 19 personas expertas a través de diversos grupos de trabajo: agroecosistemas y cadenas alimentarias, ecosistemas marinos y pesca, políticas públicas, y salud y nutrición. Todos sus componentes operan como un think tank para la transición alimentaria desde disciplinas aparentemente distantes, aunque altamente integradas, que permiten abarcar toda la cadena alimentaria. Esta diversidad permite contrastar el conocimiento, añadiendo rigurosidad a la información que producimos y divulgamos. Sebastián Villasante, socio fundador de Alimentta, detalla en qué consiste esta asociación científica y las actividades que realiza.
Pregunta: ¿Cuáles son los valores que representan a vuestra organización?
Respuesta: En Alimentta creemos que todos podemos crear valor en la cadena alimentaria si en nuestras decisiones tenemos en cuenta la salud de las personas y la sostenibilidad de los ecosistemas. Hablamos no solo de decisiones de consumo, también de producción y extracción, así como de distribución y modelos de gobernanza que, en su conjunto, dan forma al sistema alimentario.
También creemos en la necesidad del conocimiento experto de carácter multidisciplinar para que las acciones de todos los actores contribuyan al desarrollo de un sistema alimentario más resiliente y justo, que resuelva las disfuncionalidades del modelo actual. Hablamos no solo de crear conocimiento académico, sino también de desarrollar proyectos de transformación como los living labs, cuyo foco es la co-creación de conocimiento, articulando el trabajo junto a diversos actores de interés para la transición alimentaria.
Este enfoque busca poner en valor experiencias alternativas para transitar un sistema alimentario más justo y resiliente, experiencias como los Sistemas Alimentarios Locales de Base Agroecológica, los llamados SALBA. Estos sistemas locales contribuyen a reducir el impacto ambiental de los alimentos en el entorno local y en terceros países, reducen costes energéticos asociados al transporte, recuperan las relaciones funcionales entre campo y ciudad, abordan la soberanía alimentaria, facilitan la participación de los agentes implicados en toda la cadena alimentaria, luchan contra la despoblación y la pérdida de rentabilidad de la actividad agraria en el mundo rural, entre los aspectos más significativos.
P: ¿Qué valoran de los proveedores con los que trabajan?
R: Como organización, cuyo foco es generar conocimiento riguroso para favorecer un sistema alimentario de bajo impacto, trabajamos en identificar buenas prácticas que representen modelos de extracción, producción, distribución y consumo que incorporan criterios de salud y socioambientales.
Por eso ayudamos a desarrollar un modo de producción ecológica, como la ganadería de pastoreo; métodos de pesca que conserven los ecosistemas, en particular la pesca artesanal; así como el uso de tecnologías adaptadas a las necesidades de las comunidades locales implicadas.
P: ¿Qué no debería faltar nunca en un menú sostenible?
R: Para disfrutar de una dieta rica en alimentos saludables para las personas y el medioambiente, la evidencia científica indica que ésta ha de estar conformada por alimentos frescos, de temporada y de proximidad, con una mayoría de cereales, frutas, verduras, hortalizas, legumbres, frutos secos y, como grasa de cocinar, aceite de oliva virgen extra. Se trata de que predominen alimentos de origen vegetal, en lo posible producidos por técnicas agroecológicas, que implican también que los productos cárnicos que se consuman provengan de la ganadería extensiva y los de la pesca sean principalmente de origen artesanal.
Es importante también evitar el consumo de alimentos ultraprocesados, no solo por su alto valor calórico y bajo contenido nutricional, sino también para reducir el uso de plásticos en el sector de la alimentación. Los cambios de hábito en la dieta y en los ritmos de vida de los españoles durante las últimas décadas han acarreado la introducción de este tipo de alimentos (entre los que destacan bollos, platos preparados y bebidas refrescantes) y paralelamente se ha dado un incremento muy preocupante de enfermedades como la obesidad, la diabetes y otras enfermedades crónicas.
Y para finalizar, los dos aspectos que también forman parte de un sistema alimentario sostenible: que los productos que consumimos cumplan los estándares de derechos humanos, y tener en cuenta que evitar el desperdicio de alimentos es tan importante como lo que compramos e ingerimos.
P: ¿Cuál es el papel de la sostenibilidad en la alimentación de las personas?
R: Consumir productos que provienen de modelos sostenibles es clave en la salud de las personas. Por ejemplo, el empleo de envases plásticos en la alimentación es un tema de preocupación creciente. El conocimiento científico generado en el último lustro es suficiente para cuestionar algunos de los materiales empleados en la elaboración de envases y la forma en que se han incorporado al mercado.
Preocupa tanto el abuso del empleo de materiales plásticos como la pobre gestión que se hace del residuo. Tres son los componentes de los plásticos que deberían centrar la atención de administraciones y consumidores: los bisfenoles, los talatos y los compuestos perfluorados. Todos ellos son tóxicos para el sistema hormonal de las personas consumidoras, sea cual sea su edad. Y peligrosos para el medioambiente. Si bien en los últimos 20 años la Unión Europea y los Estados Unidos han restringido el uso de algunos talatos y se ha ido arrinconando el famoso Bisfenol A, es importante seguir trabajando para dejar fuera del mercado productos que son tóxicos para la salud humana.