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Casa Martinete, alojamiento y experiencias de ecoturismo en la desembocadura del Guadalquivir

30/07/2018

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Más que un alojamiento rural. Eso es Casa Martinete, una iniciativa puesta en marcha en 2017 por Juan Martín. “Nos gustaría que fuese una forma de vida y un punto de encuentro de naturalistas y personas sensibles que promuevan un cambio de rumbo en el consumismo, el derroche y el desenfreno que vive nuestro planeta”, concreta su director. Para ello, además de ofrecer alojamiento, brindan diferentes experiencias en torno al patrimonio cultural y natural de la localidad gaditana de Trebujena, donde está ubicada la casa. “Desde paseos a caballo por la marisma o el viñedo hasta observación de aves en el estero, pasando por despesques y almuerzos salineros, visita a salinas, viñedos y bodegas, paseos en barco y excursiones al Espacio Natural Doñana, al Estrecho de Gibraltar, a la Bahía de Cádiz o a la sierra de Grazalema”, explica Juan.


El compromiso medioambiental de Casa Martinete se traduce en la implicación del proyecto en diferentes iniciativas medioambientales. “Trabajamos por la conservación de la marisma; por la potenciación de la biodiversidad mediante proyectos de custodia del territorio; por la reducción de pesticidas en los viñedos o en la realización de censos de avifauna, entre otras’.


En cuanto al futuro, Juan augura un buen porvenir al ecoturismo, “siempre y cuando sea llevado a cabo por profesionales, se practique en números reducidos con limitaciones a su desarrollo y se cree un clúster o agrupación de empresas que defiendan criterios de calidad y eviten malas prácticas”, afirma.




¿Qué te impulsó a poner en marcha Casa Martinete?
Martinete es el sueño de mi vida: poder gestionar una pequeña finca con criterios biodinámicos consagrada a la naturaleza, ofreciendo además, alojamiento a amantes de la naturaleza y ornitólogos, para ser su anfitrión y poder mostrarles lo mejor de nuestra tierra, su historia natural, su biodiversidad, su etnografía y su cultura.


Casa Martinete es más que un alojamiento rural.
Bueno, al menos a eso aspiramos. Nos gustaría que fuese una forma de vida y un punto de encuentro de naturalistas y personas sensibles que promuevan un cambio de rumbo en el consumismo, el derroche y el desenfreno que vive nuestro planeta.


¿Cómo es el equipo de profesionales que está detrás de Casa Martinete?
Multidisciplinar, empático y humilde. Formado por personas normales, que intentan sacarle brillo a lo más simple y, al mismo tiempo, a lo más complejo de nuestra tierra. De la logística y comunicación se encarga Mara Escassi, del mantenimiento Rafael y Rosa del Pino y de la administración Juan Coveñas. Yo soy el director técnico.


¿Por qué apostasteis por un proyecto de emprendimiento en el ámbito del ecoturismo?
Es nuestra forma de entender el mundo. Consideramos que las personas tienen que conocer el origen de la vida, involucionar para evolucionar y volver a valorar la verdadera esencia de la vida. Creemos que un turismo diferente, a pequeña escala e imbuido en la cotidianeidad del día a día en el mundo rural puede ser un excelente recurso para potenciar las buenas prácticas ambientales y la conservación de la naturaleza. Si un mundo rural en el que no se tienen en cuenta los índices de biodiversidad o la presencia de una u otra especie de flora o de fauna, de repente, descubre que vienen personas de diferentes partes del mundo a conocer eso que precisamente ellos tienen y que hasta ahora no habían valorado, puede ser una excelente vía para que se corra la voz de la importancia que tiene ese elemento, esa especie o esos procesos naturales; los vecinos se implicarían en su conservación y se realizaría un esfuerzo común por respetar en medio en el que se desarrolla.



Trebujena, donde está ubicada Casa Martinete,  está un entorno natural privilegiado. ¿Qué riquezas naturales pueden visitar vuestros huéspedes?

Los viñedos son un cultivo extraordinario, que alberga una enorme diversidad en su seno y que muestra una excelente adaptación al clima mediterráneo y a sus rigores. Las marismas del bajo Guadalquivir acogen varios de los hábitats (y especies) de mayor interés de conservación de Europa. Nos estamos quedando sin marismas y estas juegan un papel crucial en los procesos naturales que aseguran el equilibrio ecosistémico. El río Guadalquivir, por último, constituye una arteria que da vida a las marismas, a salinas, a esteros y a Doñana. Pequeños viñedos tradicionales donde crían los últimos alzacolas; olivares de secano donde resisten mochuelos; trigales en los que la codorniz y el aguilucho cenizo sacan adelante a su prole; vastas marismas en las que las gangas luchan por sobrevivir o esteros en los que la cerceta pardilla encuentra su último bastión en Europa para no extinguirse… Son tesoros únicos que se pueden admirar en Trebujena, justo en las inmediaciones de la Doñana gaditana.


¿Qué experiencias ofrecéis a vuestros clientes?
Ofrecemos todo tipo de experiencias vinculadas al patrimonio natural y cultural. Desde paseos a caballo por la marisma o el viñedo hasta observación de aves en el estero, pasando por despesques y almuerzos salineros, visita a salinas, viñedos y bodegas, paseos en barco, excursiones al Espacio Natural Doñana, Estrecho de Gibraltar, Bahía de Cádiz o Grazalema, vuelos en avioneta por el escenario en que Spielberg rodó ‘El Imperio del Sol’, visita a auténticos tabancos, tabernas y bodegas, catas de productos tradicionales, experiencias etnográficas y culturales o senderismo ilustrado.


En los últimos años ha aumentado la oferta de casa y alojamientos rurales en entornos naturales. ¿Es así en vuestro enclave? ¿Acusáis la competencia?
El marco de la campiña y viñedo de Trebujena, Sanlúcar, El Puerto y Jerez está viviendo un despertar en cuanto a la oferta enoturística en base a casas de viña y pagos, pero queda aún mucho que hacer para crear un producto diferenciado. No solo no acusamos la competencia, sino que necesitamos más empresas comprometidas con este territorio que ofrezcan servicios cualificados y juntas creemos un destino consolidado. Pocos territorios en el mundo acogen en un mismo punto la huella de 3.000 años de historia, etnografía, cultura, productos orgánicos de altísimo valor añadido, aves, naturaleza, gastronomía, patrimonio industrial, inmaterial y natural como lo hace el entorno de Trebujena, la Doñana Gaditana, la campiña de Jerez y la bahía de Cádiz.



¿Cuál es vuestro valor como iniciativa de emprendimiento sostenible?
Trabajamos por la conservación de la marisma; por la potenciación de la biodiversidad mediante proyectos de custodia del territorio; por la reducción de pesticidas en los viñedos para proteger la biodiversidad y buscar nuevos modelos de producción orgánica, ecológica o biodinámica; en la realización de censos de avifauna; en la reinundación de antiguas marismas mareales, hoy secas; en la realización de visitas técnicas especializadas a prescriptores ambientales y miembros de ONG nacionales e internacionales, realizando charlas, documentales y exposiciones divulgativas.


¿Cómo valoras estos meses de trayectoria?
Muy positivamente. Consideramos que la sociedad rural está por la labor de diferenciar su territorio en base a la importancia de su patrimonio cultural y natural, y creemos que ve con buenos ojos que se ponga en marcha un turismo especializado.


¿Cuáles son vuestros principales retos de cara al futuro?
Favorecer que se mantengan y potencien las actividades tradicionales (salinas artesanales, pesca de estero, pastoreo, cultivo tradicional de la viña, etc.). Consolidar el proyecto, promover la calidad del destino, promocionar el territorio y sus productos en ferias y eventos especializados, catalizar la puesta en marcha de nuevas iniciativas vinculadas en el territorio para crear diferentes productos integrados y coherentes.


Dentro del sector turismo, ¿qué porvenir le auguráis al ecoturismo?
Muy bueno, siempre y cuando sea llevado a cabo por profesionales, que se practique en números reducidos, con limitaciones a su desarrollo (debería seguir siendo imposible meter autobuses en zonas restringidas), se cree un clúster o agrupación de empresas que defiendan criterios de calidad, eviten malas prácticas, establezcan pautas de comportamiento, etc. En definitiva, si conseguimos mantener territorios vivos y plenamente funcionales, habrá opción de mostrar esas prácticas, actividades o territorios a los clientes. Si dejamos que desaparezcan los principales activos que han favorecido la configuración actual de esos territorios secularmente, el ecoturismo pasará a mostrar decorados, historietas y cuentos del pasado.


¿Aconsejarías a un emprendedor apostar por poner en marcha una iniciativa de ecoturismo?

Sí.

 

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