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En 2009 Asier Alonso y Miriam Pinto empezaron a plantar viñas en el Valle de Toranzo, en los valles pasiegos, a 500 metros de altitud. Así nacieron las Bodegas Sed d’Aiz. “Cultivamos cinco hectáreas de viña, en un sistema de gestión integrada, en un relieve contrastado y enérgico, con una naturaleza exuberante y un paisaje con fuerte personalidad, donde las condiciones para la viña son inmejorables”, explica Asier, uno de los fundadores del proyecto.
La filosofía de la empresa se resume en “intentar combinar el saber hacer tradicional con innovaciones que nos permitan obtener productos diferenciados, de alta calidad y respetuosos con el medio ambiente”. Con su apuesta por una producción sostenible el equipo de Bodegas Sel d’Aiaz, que además de Asier y Miriam integran Mariano Alonso y otros familiares y Juan, Javi y Slavi en los viñedos, Asier espera “poder disminuir de manera considerable el uso de recursos, tanto en campo como en bodega, sustituyéndolos por otros más respetuosos con el medio ambiente”.
En cuanto al valor de las iniciativas de emprendimiento rural, Asier pone el acento en que ”lo rural, la dimensión “micro”, es, a menudo, un espacio privilegiado para la experimentación y para el desarrollo de prácticas culturales innovadoras, capaces de inducir dinámicas de cambio más amplias a nivel social”.
La bodegas Sel d’Aiz tienen una historia de casi diez años.
Pues la verdad es que corta pero intensa. ¡Qué rápido pasa el tiempo! En 2019 llevaremos ya 10 años desde que plantamos la primera viña, después de más de 200 años sin viñas en el Valle de Toranzo, en el corazón de los valles pasiegos, en Castillo Pedroso. A una altitud de 500 m, en uno de los territorios de mayor atractivo del norte de España y situado a tan solo 40 km de Santander.
¿Cuál es la variedad de uva a partir de la cual hacéis el vino?
Cultivamos cinco hectáreas de viña bajo el sistema de producción integrada, con tres variedades: Riesling, Albariño y Godello, en un relieve contrastado y enérgico, con una naturaleza exuberante y un paisaje con fuerte personalidad, donde las condiciones edafológicas para la viña son inmejorables.
¿Cómo es vuestro vino?
En la actualidad elaboramos cinco vinos diferentes bajo el nombre de Yenda, un nombre con el cual eran conocidas las variedades blancas de Cantabria. Son Yenda Albariño Godello, Yenda Riesling y Yenda Spicata. Vinos frescos, con personalidad, reflejo del suelo y el paisaje.
En 2016 incorporamos barricas en el proceso de elaboración de nuestros vinos y elaboramos dos vinos: Yenda Riesling Barrica, crianza de al menos siete meses, y Yenda Albariño Fermentado, en barrica.
En 2015 añadimos el primer espumoso amparado bajo el sello de Alimentos de Cantabria, “Maldita la Hora”, elaborado mediante el método tradicional y con más de 24 meses de crianza, degollado a mano, encorchado y etiquetado de forma manual botella a botella.
¿Cuál es la filosofía de bodegas Sel d’Aiz?
Somos una empresa familiar, dentro de la Indicación Geográfica Protegida Vino de la Tierra Costa de Cantabria. Procedentes del mundo científico, intentamos combinar el saber hacer tradicional con innovaciones que nos permitan obtener productos diferenciados, de alta calidad y respetuosos con el medio ambiente.
Ofrecéis visitas a las vides y bodegas y catas de vino.
Sí, para nosotros una parte fundamental de nuestro proyecto es dar a conocer nuestro trabajo. Abrimos las puertas de nuestra casa a todos aquellos que nos quieran conocer. La bodega está abierta a las visitas para que se pueda conocer de primera mano cada una de las labores que realizamos en el viñedo durante el año y los procesos de vinificación, en un entorno de ensueño, con un paisaje encantado donde, al fondo, las montañas nos recuerdan que estamos al norte, un norte de colinas y paisaje verde, de aire limpio y cielos infinitos.
Los visitantes podrán degustar los vinos obtenidos bajo la aplicación de técnicas de producción integrada y podrán ver los diferentes sistemas de conducción y poda, así como conocer los trabajos que realizamos cada temporada en estos viñedos sobre el Valle del Pas.
La visita continuará en la bodega, visitando la cabaña pasiega restaurada y conociendo todos los pasos en la elaboración de los diferentes vinos. Y, para terminar, podrán disfrutar de una cata comentada, con diferentes posibilidades.
¿Cómo pueden ayudar los proyectos de diversificación a la economía de los entornos rurales?
Los proyectos en el medio rural se han demostrado con frecuencia como espacios de encuentro, relación y formación con potencialidad para transformar el entorno, fortalecer la comunidad, generar autoestima, desarrollar capacidades y actitudes y dinamizar la economía. Los procesos suelen ser, en cualquier caso, lentos y los efectos visibles a largo plazo.
Más allá del peso socioeconómico de la propia viticultura y de la enología, la explotación de la cultura del vino a través del enoturismo se asocia directamente con la sostenibilidad económica y social porque es un modo de contribuir a la generación de riqueza y a su distribución entre todos los agentes vinculados al vino (desde bodegueros a restauradores, gestores de museos, artesanos de la región, etc.). Por lo tanto, es una forma de contribuir al desarrollo del bien social, a la vez que contribuye a inculcar el respeto a la naturaleza.
¿Cuál es el valor sostenible de vuestra iniciativa?
Con nuestra apuesta por un modelo de producción vitivinícola sostenible esperamos poder disminuir de manera considerable el uso de recursos, tanto en campo como en bodega, sustituyéndolos por otros más respetuosos con el medio ambiente. En esta línea tenemos dos proyectos de I+D con grupos colaborativos. Uno es a nivel autonómico, “AGROVISIÓN”, que consiste en el desarrollo de estaciones de aviso para el control de enfermedades en viñedo, y otro proyecto supraautonómico “Para una gestión sostenible del viñedo atlántico – GESVIÑA”, cuyo objetivo es la búsqueda de alternativas al uso de fitosanitarios. Además tenemos un proyecto con financiación propia REC, Recuperación de variedades de vid autóctonas de Cantabria.
Nuestro proyecto de vida del impulso del enoturismo supone el desarrollo de un modelo basado en los principios de la sostenibilidad social, económica y ambiental, que contribuirá a fomentar el posicionamiento de los valles pasiegos como un destino de vino sostenible.
¿Consideras que los entornos rurales ofrecen buenas posibilidades para el emprendimiento en clave sostenible?
Para nosotros lo fue. Creo que es el entorno ideal, pero que una vez emprendido faltan los mecanismos para realizar un alineamiento de un proyecto común. Y focalizarlo hacia un mismo fin. Existen muy buenas ideas, pero, a la hora de la verdad, se quedan por el camino.
Háblanos del equipo del proyecto y los colaboradores.
Para nosotros es un orgullo que nos apoyen familiares y amigos en lograr cumplir un sueño, un sueño que sin su esfuerzo hubiera sido imposible desarrollar. Nuestros padres, hermanos y amigos se han volcado con nosotros, hemos conocido y hecho nuevos amigos y familia durante este proceso, amigos que son para toda la vida. A algunos también les hemos dedicado menos tiempo durante estos años pero saben que estamos ahí para lo que necesiten.
En el día a día estamos Slavy, un moldavo con grandes conocimientos del cultivo de la vid, ya que dispone de viñedo en su ciudad natal, una máquina e incansable, solo tienes que vendimiar dos días con él para saber lo duro que es; Juan y Javier, hermanos de Castillo Pedroso, ganaderos de corazón pero si le das algo con cuatro ruedas son capaces de cualquier cosa, y mi padre, nuestro gran apoyo. Es un todoterreno, lo que más le gusta es embotellar y etiquetar, atender las visitas con gente de su quinta o más jóvenes, que se lo pasan bomba con él. Gracias a ellos, Miriam y yo nos podemos centrar entre otras cosas en la elaboración, las visitas, la gestión y la venta.
¿En qué se nota el sello familiar en vuestro proyecto?
Creo que en cada cosa que hacemos, en las visitas, intentamos que la gente esté como en casa, pero, sobre todo, en el carácter de los vinos; cada uno de ellos es fiel reflejo de nosotros. Unos se parecen más a Miriam, otros a mis padres y alguno a mí.
¿Cuáles son los principales retos a los que hacéis frente?
Emprender siempre es difícil, el hacer marca, el ofrecer algo diferenciado y personal en un sector tan competitivo como el del vino en una comunidad autónoma desconocida totalmente por sus vinos siempre es un reto y tiene dificultades añadidas y estas se hacen más grandes cuando sales fuera de tu comunidad.
El día a día en un cultivo como la viña ya es un reto; dependemos mucho del tiempo, que es el que te condiciona el año. Los viticultores trabajamos los 365 días al año para hacer vino una sola vez al año, he aquí un reto.
En proyectos pequeños como el nuestro, la gestión diaria también es un reto. Hay mucho capital circulante que hace que sea complicado.
¿Qué ventajas tiene emprender y qué dificultades?
Las ventajas son claras: haces algo que te gusta y lo haces para ti, gestionas tú tu tiempo y tus recursos, te equivocas o aciertas tú y puedes tener éxito o fracasar, pero el riesgo merece la pena y lo que es seguro es que aprendes muchísimo, sobre todo del género humano. Hay de todo, muy bueno y muy malo. El emprendimiento engancha: materializar tus ideas, decidir sobre el producto en todos sus aspectos y poner en el mercado algo que has creado tú produce una enorme satisfacción.
Las desventajas también son conocidas: muchísima dedicación, horas y horas, mucha presión, mucha incertidumbre, poca ayuda de algunas instituciones, montones de trabas administrativas, problemas para conseguir financiación…
¿Cómo ves el proyecto en cinco años?
Espero que esté asentado y sea reconocido, innovando continuamente introduciendo nuevos productos o nuevos procesos, con un enoespacio que nos permita realizar talleres , demostraciones y que nos dé para vivir. Sería una buena noticia.
¿Aconsejarías a un emprendedor poner en marcha un proyecto en un entorno rural?
Sí. Y que haga un buen plan de viabilidad antes de empezar, pero sí creo que las zonas rurales están en auge; la gente busca nuevos espacios donde disfrutar más allá de destinos de sol y playa. Eso sí, tanto en el mundo rural como en el urbano, hay que pensar lo que significa emprender y ser muy consciente del trabajo que representa, si no el susto puede ser mayúsculo.
Lo rural, la dimensión “micro”, es, a menudo, un espacio privilegiado para la experimentación y para el desarrollo de prácticas culturales innovadoras, capaces de inducir dinámicas de cambio más amplias a nivel social. Lo rural se puede posicionar, en determinados contextos y circunstancias, como vanguardia.