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Space Farmers, investigación y producción de microalgas ecológicas

16/10/2019

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Fotografía:Universidad de Alicante.

 

La producción de espirulina ecológica, una microalga con un gran poder nutricional, es el eje de la actividad de Space Farmer, una iniciativa que nació hace un año y que cuenta con el apoyo de la Universidad de Alicante. El proyecto, que se encuentra en la fase de puesta en marcha de la planta piloto, se lanzó con el objetivo de “centrarse inicialmente en exclusiva hacia el mercado de la alimentación humana por las indudables propiedades nutricionales que la espirulina aporta”, comenta Pepe Navarrete, responsable de la visión empresarial de la iniciativa.


De esa idea inicial han pasado a contemplar objetivos más amplios. “Aunque nuestros potenciales clientes estaban comprendidos dentro del ámbito de la industria agroalimentaria y del canal HORECA, hemos tenido que atender solicitudes en otros ámbitos, especialmente en el farmacéutico y nutracéutico, así como en el de la nutrición animal, los biofertilizantes, los probióticos o la fijación de CO2 y otras propuestas relacionadas con los biocombustibles”, detalla.


Space Farmer fue uno de los proyectos de emprendimiento que participó en el programa ‘Transnacionalidad e innovación social para el emprendimiento verde y azul’ de la Red emprendeverde. “La visión holística que el programa me ofreció ha sido una de las bases firmes para el proyecto que estamos llevando a cabo”, subraya.

 

¿Cómo nació Space Farmers?  

Nace desde la visión de nuestro promotor acerca de utilizar las patentes registradas por la Universidad de Alicante para la obtención de otras especies de microalgas con valor añadido suficiente para obtener una rentabilidad que diera viabilidad económica al proyecto. Una vez contrastada técnicamente esta posibilidad con el investigador principal que desarrolló los sistemas, se decide poner en marcha una investigación propia (prueba de concepto) en convenio con la propia universidad, cuyo resultados positivos son el origen de la iniciativa.

 

¿En qué consiste?

Se trata de maximizar la productividad y la seguridad alimentaria de los productos obtenidos, habida cuenta de la escasez de productos microalgales de garantía en el mercado y de las potencialidades de una producción escalable y garantizada, libre de contaminantes y aplicando las últimas tecnologías existentes.

 

Los cultivos microalgales pueden ser utilizados para la obtención de productos de alto valor añadido para sectores como el nutracéutico, cosmético, energético, agrícola o ambiental, pero su desarrollo está vinculado a los costes de producción, que es nuestro caballo de batalla. De ahí que nuestro core del negocio sea la adecuación de las tecnologías a utilizar para mejorar la sostenibilidad económica de la producción de microalgas. La viabilidad económica del proyecto está condicionada al margen entre los costes de producción y el beneficio de valorización.

 

Los principales escollos para el desarrollo de las microalgas están vinculados, además de a los costes de producción, a la disponibilidad de sitios adecuados donde cultivarlos (superficie, luz, nutrientes y agua), así como al escaso desarrollo de la legislación vigente aplicable, entre otros.

 

 

¿Qué usos tiene vuestra espirulina ecológica?

Nuestro proyecto se enfocó inicialmente en exclusiva hacia el mercado de la alimentación humana por las indudables propiedades nutricionales que la espirulina aporta. Se trata de un mercado que ya es mínimamente conocedor del producto y que está en auge ante la tendencia hacia los superalimentos y productos saludables, y enfocado a cubrir las especiales necesidades nutricionales de amplios segmentos de población.

 

Esta cianobacteria (la Arthrospira platensis es el nombre científico de nuestra espirulina) se comercializa por su alto contenido de proteínas, ácidos grasos esenciales, hierro y vitaminas y los efectos beneficiosos se han atribuido a sus componentes, como los polifenoles, los ácidos grasos poliinsaturados (PUFAs), clorofila y antioxidantes como la ficocianina.

 

Adicional al alto contenido proteico, mineral y vitamínico que presenta Arthrospira, su cultivo ha proliferado con la finalidad de obtener biomasa con altos contenidos de pigmentos, tales como clorofila a, carotenos, xantófilas y, muy especialmente, las ficobiliproteínas: aloficocianina, ficocianina y ficoeritrina. Todos estos compuestos tienen a su vez grandes aplicaciones en otros campos, en especial los de la nutrición animal, la acuicultura, los cosméticos y los biofertilizantes.

 

Además, las microalgas pueden ayudar, durante su crecimiento, a reducir las emisiones de CO2 por biomitigación biológica e intervenir en el tratamiento de aguas residuales, por no hablar de las conocidas aplicaciones en el campo energético.

 

La espirulina es un componente de los llamados superalimentos. ¿Qué son?

Este término tan de moda se refiere a aquellos alimentos cuyo potencial nutritivo o valor nutricional los hace muy interesantes desde el punto de vista de la salud por su alta concentración de antioxidantes, grasas saludables o vitaminas. Algunos son más conocidos, como el aceite de oliva virgen extra o las legumbres, y otros, como la espirulina, se empiezan a hacer un hueco en nuestra dieta. La alta concentración de antioxidantes, grasas saludables, vitaminas, proteínas, aminoácidos esenciales  y minerales es lo que hace atractiva la espirulina como superalimento.


La desnutrición constituye un problema de salud pública. El uso de microalgas, particularmente la espirulina, como alimento funcional para combatir dicha problema se propuso desde hace algunas décadas debido a que estos alimentos no solo son fuentes alimentarias de alta densidad proteica, sino que también ofrecen un perfil de aminoácidos de alto valor biológico. Además, la espirulina provee ácidos grasos esenciales (p. ej., el gamma linolénico), concomitante con un bajo aporte de ácidos nucleicos. También tiene un contenido excepcionalmente alto de vitamina B12 y es considerada una buena fuente de betacaroteno, hierro, calcio y fósforo. Más aún, se ha demostrado que la espirulina tiene una buena aceptación organoléptica, lo que le confiere un gran potencial para considerarse como suplemento nutricional y, finalmente, no se han reportado toxicidades crónicas ni agudas, haciéndola segura para el consumo humano.

 

Ya en la Conferencia Mundial de la Alimentación de Naciones Unidas del año 1974 se definía la espirulina como uno de los mejores alimentos para el futuro de la humanidad. De hecho, nuestro  proyecto se ha propuesto ofrecer esta microalga como una alternativa para mejorar la alimentación desde tres ámbitos: el consumo, la investigación y la cooperación, combatiendo la desnutrición promoviendo la incorporación de espirulina en la dieta de poblaciones subalimentadas.

 

El contenido de proteína de la espirulina oscila entre el 60 y el 70 % de su peso seco. Esta es una proporción excepcional, ya que la gran mayoría de los alimentos de origen vegetal (incluso los que se sabe que son ‘buenas fuentes de proteínas’) contienen solo alrededor del 35 % al 18 %. De hecho, la C-ficocianina es una de las principales proteínas presentes en la espirulina, que representa aproximadamente el 18 % del peso seco de las algas.

 

 

¿Cuál es el perfil de vuestros clientes o potenciales clientes?

Nuestros potenciales clientes iniciales estaban comprendidos dentro del ámbito de la industria agroalimentaria y del canal HORECA, especialmente la restauración colectiva (centros educativos, centros sanitarios, residencias geriátricas, etc). Sin embargo, hemos tenido que atender solicitudes en otros ámbitos, especialmente en el farmacéutico y nutracéutico, así como en el de la nutrición animal, los biofertilizantes, los probióticos o la fijación de CO2, además de propuestas relacionadas con los biocombustibles, la depuración de aguas residuales industriales o urbanas o los biopolímeros. El campo de aplicación de las microalgas es tan amplio que debemos de centrar el foco en estos momentos de arranque.

 

¿Cómo es el equipo de Space Farmers?

Nuestro equipo está formado por personas que han desarrollado su actividad profesional en ámbitos muy diferentes. Quizás sea esa una de las grandes ventajas de nuestro proyecto: aportamos visiones muy distintas que, juntas, nos dan una visión de conjunto mucho más rica que si proviniéramos del mismo ámbito. La heterogeneidad y la experiencia, junto con las ansias de aprendizaje y una buena dosis de sentido común y de realidad, creo que nos van a permitir culminar esta primera fase de la iniciativa con éxito, a pesar de los momentos duros que hemos tenido. También es necesario aquí mencionar el decidido apoyo de la Universidad de Alicante como institución y el del equipo del Parque Científico de Alicante. Sin su apoyo y consideración hubiera sido muy difícil seguir adelante.

 

Actualmente el equipo está formado por cinco personas, y en breve se incorpora una sexta, a través de un convenio de colaboración con la Universidad de Alicante. Miguel Sánchez de León Trenado es el promotor de la idea y alma mater del proyecto, quien tuvo la visión de la aplicación y adaptación del sistema de cultivo microalgal destinado a la obtención de biofuel a obtener productos de mayor valor añadido y fuerte demanda, como es la espirulina. Antonio Marcilla Gomis es quien ha destinado muchos años de investigación y estudio a la mejora de los procesos de obtención de biomasa algal. Son sus investigaciones y patentes las que están en la base tecnológica y científica del proyecto. Yo me incorporé para aportar la visión empresarial y de mercado necesaria para la consecución de los objetivos y la sostenibilidad económica de la iniciativa.

 

¿Cómo ves la iniciativa a medio plazo?

Las expectativas son impresionantes, a poco que sigamos haciendo las cosas paso a paso y sin perder de vista la sostenibilidad económica y financiera del proyecto. Creemos que hay todo un futuro abierto a iniciativas como la nuestra, siempre respaldado por un equipo equilibrado con capacidad técnica y científica suficiente para tener claros los objetivos fijados. Queda todo un amplio campo de investigación abierto a nuevas oportunidades para estos microorganismos que, sin duda, van a marcar a medio y largo plazo el futuro de la humanidad y del planeta.

 

Participasteis en el programa ‘Transnacionalidad e innovación social para el emprendimiento verde y azul’ de la Red emprendeverde. ¿Cómo fue la experiencia?

Estaré siempre agradecido a la oportunidad que la Fundación Biodiversidad me ofreció de formar parte del programa. Además de conservar un buen número de amigos y compañeros del proyecto, la visión holística que el programa me ofreció ha sido una de las bases firmes para el proyecto que estamos llevando a cabo.

 

¿Son importantes estos programas de apoyo al emprendimiento?

Sin duda, sobre todo por alejarse de los lugares comunes de los programas de apoyo al emprendimiento basados en literatura puramente económica, tipo escuelas de negocios. Sin perder de vista la necesidad de contar con la cualificación técnico económica adecuada, la visión de conjunto y el espacio que las personas ocupamos en el proyecto de emprendimiento, desde nuestros miedos y ansiedades hasta nuestra euforia y apasionamiento, nos proporciona herramientas muy valiosas para tener la resiliencia necesaria para llevar adelante un proyecto en el que se implican tantos aspectos personales de peso.

 

¿Cuáles son las ventajas de lanzar tu propia iniciativa de emprendimiento?

Creo que es el camino necesario para cumplir sueños. Un camino duro, muy poco amable muchas veces, pero por el que espero poder seguir transitando para alcanzar algunas de las metas personales que, de no ser por él, jamás hubiera alcanzado en primera persona. Y, evidentemente, no me refiero a las económicas.

 


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