08/03/2021
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Iris Martín Hernanz es la fundadora de Casa rural Melones, un alojamiento que, cuidando cada detalle, hace vivir auténtica experiencia rural en la Sierra Norte de Madrid, apostando así por el turismo slow y las redes de proveedores rurales. Tras su experiencia como mujer emprendedora, Iris recalca que “si algo he aprendido en estos años que llevo en Casa rural Melones es que nunca se es consciente de la enorme capacidad que tenemos las mujeres de gestionar proyectos”.
¿Cómo surge la idea de crear Casa rural Melones?
Casa rural Melones es un sueño infantil hecho realidad. Cuando era pequeña participé en un campamento de verano, en un albergue, y desde entonces pensé que la vieja cuadra de mi abuelo podría transformarse en un alojamiento. Con los años la idea fue ilusionando también a mi familia. El abuelo se jubiló, ya no había animales y veíamos como, poco a poco, la cuadra se iba deteriorando. La idea tomó fuerza tras regresar de trabajar en Ecuador y ser madre. Era el momento perfecto para poner en marcha mi sueño, y así Casa rural Melones abrió sus portones en marzo de 2018.
¿Qué crees que diferencia la Casa rural Melones de otras casas rurales?
Por un lado, he querido mantener el espíritu de casa de pueblo en el que yo disfruté de pequeña. Casa rural Melones es un alojamiento familiar y los huéspedes más pequeños pueden ayudarnos por las mañanas a dar de comer a los animales, a buscar huevos o a cosechar tomates.
Por otro lado, en su concepción ya queríamos crear un espacio diferente donde disfrutar del turismo slow y de experiencias en la Sierra Norte de Madrid. Por eso, tenemos un espacio exterior con un taller de cerámica, un invernadero de cactus y un pequeño huerto. Además de familias, también nos visitan muchas parejas que quieren algo más que un fin de semana en una casa rural.
Con el tiempo me he dado cuenta de que para nuestros huéspedes cuestiones que marcan la diferencia con otros alojamientos son el trato cercano, la pasión que pongo en el detalle y el cuidado con el que preparo los desayunos por la mañana. Al final Casa rural Melones es Iris y su familia.
¿Hay algún motivo por el que decidiste ubicar tu proyecto en el pueblo de Patones?
La idea surgió vinculada a Patones. No lo hubiera desarrollado en otro lugar. Y es una suerte, no solo por el vínculo personal que tengo con este territorio, también por el profesional. Desarrollé mi proyecto de fin de carrera en Patones y actualmente compatibilizo el alojamiento con un trabajo a media jornada en la oficina de turismo local.
Si volviera a emprender, lo haría en la Sierra Norte de Madrid, porque es un territorio con mucho potencial para desarrollar proyectos. Existen varias empresas relacionadas con la sostenibilidad que funcionamos en red y nos apoyamos mutuamente. En el sector turístico contamos con la presencia de la oficina comarcal Villa San Roque, donde compartimos, aprendemos y colaboramos en proyectos conjuntos como destino.
¿Por qué decidiste apostar por crear una empresa relacionada con el turismo rural sostenible?
Estudié Ciencias Ambientales y realicé el doctorado en Geografía del Turismo, precisamente vinculado a la sostenibilidad. Estaba claro que Casa rural Melones tenía que tener un trasfondo responsable social, económica y ambientalmente. Por eso pedimos financiación a un banco ético, contratamos a empresas locales para la rehabilitación, reutilizamos materiales e instalamos una caldera de biomasa.
Patones, en particular, y la Sierra Norte, en general, tienen muchísimo potencial para el turismo rural sostenible. Se trata de generar una actividad complementaria en el medio rural y no desplazar a otras con mucho arraigo y tradición en la zona. Cuando tienes un alojamiento terminas consumiendo muchos productos locales: el pan, el aceite, la miel para los desayunos, los jabones naturales para el baño, las cervezas y quesos artesanos para los picnics, los muebles de carpinteros locales... Además, das a conocer estos productores a los huéspedes.
Hace tres años, participaste en el programa de creación de empresas #MediaGreenStartups de la Red emprendeverde. ¿Qué supuso participar en esta formación?
A nivel de proyecto fue increíble. Aprendí muchísimo y lo puse en práctica casi desde el principio. Gracias a este curso he colaborado con numerosos medios de comunicación. Al principio era yo la que me encargaba de buscar los medios y presentarles mi proyecto, pero con el tiempo son ellos los que se ponen en contacto conmigo. Esto da cierto reconocimiento y, en mi caso, hay huéspedes que me han conocido a través de reportajes o publicaciones.
En lo personal, fue estupendo conocer a otros emprendedores con los que aún mantengo relación. Y por supuesto, me encantó conocer el importante trabajo de la Red emprendeverde. Además tuve la suerte de volver a asistir, pero en vez de como alumna presentando mi proyecto en el Lab ‘Repuebla en verde’, para el impulso de ideas emprendedoras en zonas despobladas o rurales.
¿Crees que la mujer está teniendo un papel cada vez más importante en el desarrollo rural?
La mujer siempre ha tenido un papel muy importante en el desarrollo rural. Han compatibilizado el trabajo en casa con el campo, aunque siempre se las ha invisibilizado. Es cierto que cada vez hay más mujeres que lideran proyectos en el medio rural. A mi alrededor, en la Sierra Norte de Madrid, tengo un montón de compañeras. Algunas que decidieron quedarse en sus pueblos; otras, como yo misma, que regresaron a sus raíces, apostando por lo rural como medio de vida, y algunas iniciando nuevos modelos de negocio abandonando las ciudades.
Como emprendedora que ha sacado adelante su proyecto, ¿crees que el sector del emprendimiento verde va por buen camino, es un mundo igualitario entre hombres y mujeres? ¿Cambiarías algo?
Creo que queda mucho por hacer a nivel general y también en el emprendimiento verde, para la igualdad entre hombres y mujeres. Es algo que he vivido a lo largo del proyecto, fundamentalmente durante la obra. El sector de los oficios está muy masculinizado y me ha supuesto tener que chocar con muchas barreras invisibles pero reales a la hora de negociar presupuestos, contratos, mantenimiento…
También me he dado cuenta que para una mujer emprendedora es complicado conciliar. Al final este tipo de negocios suponen estar disponible muchas horas al día y cuando tienes hijas es complicado manejar y separar los tiempos de crianza y trabajo.
Si tuvieras que dar algún consejo a futuras emprendedoras que quieran introducirse en el turismo sostenible o emprender en el medio rural, ¿qué les dirías?
En estos momentos, mi principal consejo es tratar de ser resiliente. Vivimos momentos de mucha incertidumbre y hay que saber más que nunca adaptarse a un mundo cambiante. Creo que una ventaja que tenemos precisamente las emprendedoras es que estamos continuamente repensando nuestros proyectos.
También creo que para emprender en el medio rural es importante no idealizar, sobre todo si vienes de la ciudad. Las zonas rurales tienen ventajas, como el apoyo mutuo y la cercanía con otras personas y proyectos. Sin embargo, los servicios públicos son muy escasos y es muy difícil conciliar, sobre todo si estás sola.
Y si algo he aprendido en estos años que llevo en Casa rural Melones es que nunca se es consciente de la enorme capacidad que tenemos las mujeres de gestionar proyectos. He aprendido de todo durante este tiempo y soy capaz de hacer labores de mantenimiento, gestión, contabilidad, limpieza, atención al público… Porque, aunque en un principio nos parezca imposible, solas podemos. Solo necesitamos tener una buena red de colaboración y apoyo para conseguirlo.