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Leandro Meléndez y Cristina Anoro son los fundadores de Mush. Esta empresa sostenible surge después del cultivo y el estudio de sus fundadores, que cuentan con más de diez años cultivando e investigando a los hongos. Gracias a ello, han sabido ver en la capacidad de estos organismos de crecer sobre diferentes sustratos de deshecho y la capacidad del micelio de aglutinar las partículas de forma sólida, inspiraron la investigación micológica en la línea de la bioingeniería para la fabricación de materiales.
Gracias a sus propiedades, estos materiales ofrecen diferentes usos, desde la fabricación del packaging, paneles de absorción acústica, mobiliario, etc… con un diseño original, moderno y duradero en el que merece la pena apostar.
¿En qué consiste Mush?
Mush es una empresa de biomateriales 100% compostables que emplea residuos agrícolas que generan problemas de eliminación. Con estos residuos y empleando la biotecnología de los hongos, creamos un nuevo material orgánico con el que transformar nuestra actual economía lineal en una economía circular de base biológica y colaborativa.
¿Cómo surge la idea de crear este material?
Leandro Meléndez, biólogo fundador de Mush, lleva más de diez años cultivando e investigando a los hongos. La capacidad de estos organismos de crecer sobre diferentes sustratos de deshecho, su rápido desarrollo y la capacidad del micelio de aglutinar las partículas de los sustratos de forma muy sólida, inspiraron la investigación micológica en la línea de la bioingeniería para la fabricación de materiales.
¿Qué ejemplos de productos pueden surgir de este material orgánico?
Las increíbles propiedades de estos materiales (son ligeros, resistentes, retardantes del fuego y absorbentes acústicos) permiten crear diferentes materiales para diferentes usos, pudiendo emplearse en la fabricación de packaging, sustituyendo los envases de poliestireno o madera, para la fabricación de paneles de absorción acústica, creación de mobiliario como lámparas, asientos, estanterías, etc.
¿Desde Mush también contribuís a impulsar la economía circular de vuestra zona investigando alternativas a la quema de residuos y a su valorización?
Esta es nuestra principal motivación en efecto, emplear como sustrato residuos que suelen tener la quema como forma de eliminación en el mundo rural. Por ejemplo, trabajamos con los sarmientos de viñas, podas de frutales, lana de oveja, cáscaras de frutos secos, etc.
Además, ¿colaboráis con otras entidades de innovación para investigar y estudiar las propiedades de vuestros materiales?
En Mush, tenemos un acuerdo de colaboración con el SERIDA (Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario) con el que colaboramos para el estudio y obtención de los diferentes residuos o subproductos del sector agrícola y forestal, y colaboración con la Universidad Politécnica de Gijón (EPI) para la caracterización física y mecánica de nuestros materiales. Además, estamos en diferentes proyectos de investigación con empresas del sector.
En un momento como el actual en el que existe una pérdida grave de biodiversidad, ¿consideráis importante apoyarnos en la innovación para la creación de soluciones más respetuosas con el medio ambiente?
En Mush pensamos que es urgente transformar nuestra actual economía lineal de consumo irresponsable, en una economía circular de base biológica y colaborativa. Para ello, los hongos tienen mucho que enseñarnos como los grandes recicladores del planeta, aportándonos soluciones a los grandes retos ambientales a los que nos enfrentamos como sociedad.
¿En qué proyectos estáis trabajando desde Mush?
En estos momentos, tenemos dos líneas de trabajo, creación de packaging para el sector vinícola, empleando sus propios residuos, y los paneles de aislamiento acústico en los que estamos implementando residuos poco estudiados como la lana y fibras vegetales procedentes de las limpiezas forestales con muy buenos resultados. Además, estamos colaborando en diferentes proyectos artísticos, junto con el artista Jerezano Willie Márquez, como vehículo para hacer llegar a la sociedad el mensaje de la importancia del empleo de materiales respetuosos.
¿En qué momento está Mush? ¿Qué necesitáis para darle un impulso definitivo?
Estamos en un momento crucial en el que hemos pasado de la etapa de investigación, caracterización del material y desarrollo de prototipos, a una etapa de fabricación y venta de productos específicos para varios sectores de la industria. Es un paso complicado porque se trata de un material totalmente novedoso totalmente orgánico, por lo que hay que conseguir la confianza del sector y su concienciación en el empleo de materiales sostenibles. Tenemos que comprometernos de verdad con una economía circular y verde. Para poder llegar más lejos en nuestro alcance y poder realmente producir estos materiales de forma masiva, estamos buscando inversión para poder montar una biofactoría a mayor escala. ¡Cuantos más micomateriales fabriquemos, menos plástico habrá en el mundo!