19/10/2023
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Hace 10 años, cuando Álvaro Tarancón terminaba sus estudios en Ingeniería de la Edificación, conoció el mundo de la edificación sostenible, y le encantó. Fue adentrándose en él poco a poco, investigando y formándose de manera autodidacta, hasta que, en 2020, Álvaro cursó el Máster en Emprendimiento en Bioeconomía Forestal, impartido en el Urban Forest Innovation Lab (UFIL) de Cuenca. Ahí comprendió cómo se maneja un ecosistema forestal y que, para gestionar un bosque de forma sostenible y responsable, es necesario sacrificar, de una forma estudiada, paulatina y ordenada, a algunos individuos en beneficio del conjunto.
Tras su paso por el UFIL Álvaro puso en marcha Nemétona, un emprendimiento que busca posicionarse como destino alternativo para la madera que se desperdicia al destinarse a la producción de embalajes, pasta de papel o astillas. Así, Nemétona trata de generar una innovación sistémica a lo largo de toda la cadena de valor del aprovechamiento maderero a fin de proteger los ecosistemas forestales ibéricos.
Entre las primeras soluciones constructivas que Nemétona quiere introducir en el mercado de la edificación sostenible están las vigas de madera laminada y los paneles de madera laminada y contralaminada elaborados con una materia prima jamás empleada hasta la fecha para tal fin: madera de pino laricio, la conífera más resistente de Europa proveniente de montes ibéricos de kilómetro cero.
Durante tres años, Nemétona ha llevado a cabo su investigación en el Instituto de Tecnología, Construcción y Telecomunicaciones de Castilla-La Mancha, gracias a la cortesía del Ayuntamiento de Cuenca y de la Universidad de Castilla-La Mancha, para estudiar las propiedades fisicomecánicas de la madera de pino laricio y su aplicación para la elaboración de laminados y contralaminados. ¿El propósito? Demostrar que la producción de este tipo de productos a partir de dicha materia prima es viable y rentable.
1. Álvaro, teniendo en cuenta tu trayectoria vinculada a la edificación, ¿qué te llevó a fundar un proyecto como Nemétona, dedicado a proteger los ecosistemas forestales ibéricos?
La selección de los materiales es fundamental a la hora de diseñar un edificio sostenible. Del mismo modo que en la fontanería es mejor una tubería de polibutileno que una de PVC, en el caso de las estructuras, es mejor una viga de madera que una hecha de acero o de hormigón armado. Pero, aun habiendo interiorizado esto, durante muchos años tuve un dilema interno: para obtener una viga de madera, hay que talar un árbol. Y eso es malo. ¿O no? Pues resulta que no, que puede incluso ser beneficioso y muy necesario.
Cuando aprendí a conectar el mundo de la Ingeniería Forestal y el de la Ingeniería de la Edificación, surgió el proyecto empresarial Nemétona, una industria 5.0 especializada en la fabricación y comercialización de soluciones innovadoras de madera técnica estructural elaboradas con materia prima forestal proveniente de los montes ibéricos.
En Cuenca, la provincia europea con mayor masa forestal, hay montes en los cuales no se está llevando a cabo un plan de cortas adecuado por cuestiones técnicas, pero, sobre todo, económicas. Este hecho provoca que las masas arbóreas lleguen a estar muy densificadas, acumulando madera y demás biomasa forestal de manera descontrolada, lo cual las deja expuestas frente a plagas, enfermedades e incendios. Los profesionales del sector de la edificación podemos generar un impacto directo en la salud de los ecosistemas forestales ibéricos debido a la gran cantidad de madera que se demandará cuando, finalmente, se apueste a gran escala por la edificación sostenible y la descarbonización de las ciudades.
2. ¿Por qué es indispensable respetar, utilizar y dinamizar los recursos del bosque para fomentar una gestión forestal responsable?
Tenemos demasiado interiorizado que, en este mundo globalizado, nuestra economía dependa de recursos que se encuentran a miles de kilómetros de distancia. Mientras tanto, tenemos nuestros propios recursos en un estado latente, abandonados a su propia suerte.
Los montes son recursos enormes y renovables, capaces de suministrarnos bienes y servicios que demanda nuestra sociedad. Un bosque no solo es un enorme almacén de biomateriales para la edificación sostenible, también nos permite aprovisionarnos de productos químicos, de medicamentos o alimentos saludables no provenientes de macrogranjas o de invernaderos manejados a base de fitosanitarios. Además, los bosques son un eficaz sumidero de CO2, funcionando como refugio de biodiversidad, controlando la erosión, previniendo inundaciones, regulando el clima, reteniendo y filtrando el agua que bebemos y produciendo el oxígeno que respiramos tanto en zonas forestales como en zonas urbanas.
Proteger los recursos forestales supone garantizar su persistencia y, consecuentemente, también la nuestra. Debemos ponerlos en valor y fomentar una gestión forestal responsable que, además de proteger los recursos forestales, les dote de resiliencia frente al cambio climático y a futuros escenarios de escasez hídrica.
3. ¿Podrías contarnos más sobre la industria de segunda transformación en la que se inscribe Nemétona?
La cadena de valor del aprovechamiento maderero es muy amplia, yendo desde el propietario forestal hasta el usuario final, pasando por entidades de certificación, consultoras forestales, rematantes, aserraderos y, cuando esta se orienta a la elaboración de soluciones constructivas, también por proyectistas, promotores, constructores o almacenistas, entre otros.
Se puede decir que, aunque algunos necesitan un ligero cambio de enfoque y deberían llevar a cabo algo de inversión en tecnificarse, tenemos prácticamente todos los eslabones de esa cadena, pero en la inmensa mayoría del territorio, debido a la pérdida de tejido industrial, nos falta uno de ellos: la industria de segunda transformación.
Una industria de segunda transformación, orientada a la producción de soluciones de madera técnica estructural, puede ser un monstruo capaz de devorar muchos miles de metros cúbicos de madera al año, contribuyendo así a descargar de combustible a esas masas forestales ibéricas tan densificadas.
Pero no solo eso, el proceso de segunda transformación llevado a cabo aporta un alto valor añadido a la madera. Y, al destinar los productos elaborados a un mercado alcista como es el de la edificación sostenible, se genera un mayor beneficio que puede (y debe) retornar al monte en forma de protección y de gestión forestal responsable; creando así un sistema económico realmente circular, que va del árbol al árbol, y en el que es la propia madera la que financia la preservación del bosque.
En definitiva, si una industria de estas características es capaz de generar demanda y de pagar un precio justo por cada tonelada de madera de pino de calidad, certificada, seleccionada y de buenas dimensiones; también será capaz de generar un efecto tractor que incremente los volúmenes de producción de los aserraderos existentes.
Del mismo modo podrá:
4. ¿A qué retos tiene que enfrentarse Nemétona?
La primera línea de producción propia está en proceso de ser instalada y puesta a punto, por lo que Nemétona se va a enfrentar, sobre todo, a retos relacionados tanto con el compromiso de que la madera se transporte de manera adecuada del monte a la ciudad, como con que se produzca un retorno efectivo de beneficios en sentido opuesto.
Por un lado, uno de los retos es hacer que los agentes que se encuentran aguas arriba de la cadena de valor, principalmente los aserraderos y los rematantes forestales, acepten el compromiso de modernizarse y tecnificarse para poder aumentar y mejorar su capacidad productiva. Lograr esto supondría ser capaces de suministrar una mayor cantidad de madera aserrada de calidad, con contenidos de humedad óptimos, con certificación de gestión forestal responsable y apta para el mercado de la edificación sostenible.
Por otro lado, el otro reto consiste en conseguir que los agentes que se encuentran aguas abajo apuesten por el empleo de biomateriales y por la ejecución, adquisición o uso de edificaciones sostenibles que generen altos impactos positivos en entornos urbanos y rurales de proximidad. En este punto tienen aún mucho que decir las instituciones públicas, que deben legislar para fomentar la descarbonización de las ciudades y la sostenibilidad en el sector de la edificación, facilitando el acceso del gran público a este tipo de inmuebles y democratizando algo que hoy en día es privativo en la mayoría de los casos, hasta conseguir que el hecho de invertir en un edificio de bajas emisiones no suponga sobrecostes económicos para las personas que los utilizan.
5. ¿Cuál es tu opinión respecto a la sensibilización de la preservación forestal en España?
Creo que en nuestro país el proceso de concienciación no está bien enfocado, ya que deriva en prácticas no intervencionistas que dejan expuestos y desprotegidos a los ecosistemas, en un contexto, de sequía y cambio climático.
Hemos crecido viendo en televisión cómo un buldócer arrasa la selva amazónica y, en ocasiones, cuando le hablas a una persona de utilizar la madera de los pinares ibéricos para construir edificios, esta reacciona escandalizándose, pensando que pretendes hacer lo mismo aquí. Pero no, la extracción de madera no es lo mismo que la deforestación, ni la situación del Amazonas es la mismo que la de Europa.
Lamentablemente, no quedan tantos bosques primigenios en el mundo y, en el caso de los montes europeos, prácticamente el 100 % son antropizados. Esto quiere decir que están modelados por la acción humana, lo que implica que ahora las personas deben hacerse responsables de su gestión y preservación porque, si no, se van a gestionar con sus propias herramientas: las epidemias y el fuego.
Extraer madera de un bosque quemado equivale a obtener un producto depreciado. Además, extinguir un incendio cuesta unos 10.000 euros por hectárea; por no hablar de la cantidad de vidas humanas que se ponen en riesgo para ello. ¿No sería más lógico invertir ese dinero en la prevención de incendios mientras se obtiene un producto con valor en el mercado? El propio rendimiento económico de esa madera podría financiar los costes de gestión y prevención de incendios.
Por estos motivos, considero imprescindible cuantificar los recursos forestales, para monetizarlos, ponerlos en valor, dinamizarlos y gestionarlos para protegerlos y preservarlos. Diría, por tanto, que es imprescindible llevar a cabo una labor de sensibilización correcta.
6. ¿Y cómo valoras el ecosistema de emprendimiento verde español?
En mi opinión, no se va por el mal camino. Aunque siempre hay cosas que mejorar. Por ejemplo, se crean herramientas para fomentar el emprendimiento, como los puntos de atención al emprendedor o la reciente ley de startups. Sin embargo, cualquier trámite se vuelve farragoso y tedioso por la cantidad de burocracia que lleva aparejada; circunstancia que, además, se suma al poco tiempo del que se dispone cuando se está arrancando un negocio.
Por otro lado, las personas emprendedoras cuentan con gran variedad de programas formativos impartidos por diversas entidades. Es el caso de la Red Emprendeverde, a la que aprovecho para dar las gracias por darme la oportunidad de participar y ayudarme mucho a la hora arrancar mi propio negocio.
El acceso libre a formación sobre emprendimiento es esencial. Cuando estudias en la universidad no suele transmitirse ningún conocimiento vinculado al emprendimiento. Personalmente, yo jamás me hubiese planteado emprender si no hubiese sido porque este tipo de formación. Me permitió descubrir mi potencial.
No obstante, pienso que, para hacer toda esa formación aún más efectiva, debería con ella facilitarse un acceso directo a inversión y financiación. De esta forma, se evitaría que buenos proyectos, de gran envergadura e impacto, se queden en un cajón por su escaso músculo financiero. Es decir, contamos con ayudas y facilidades económicas propiciadas desde las entidades públicas, pero cualquier contribución es poca, sobre todo en los comienzos. En las fases iniciales, cuando hay que hacer frente a muchos gastos y no se tiene un gran volumen de facturación, se requiere un gran esfuerzo económico.
7. Después de todo este tiempo y del camino recorrido con Nemétona, ¿qué aconsejarías a quienes quieren introducirse en la restauración ecológica y la infraestructura verde?
Yo concibo los proyectos de emprendimiento como una extensión de la persona emprendedora, de sus inquietudes y de sus pasiones. Creo que algo que funciona siempre es tener el proyecto bien interiorizado y, de una forma sana, obsesionarse un poco con él. Cuando se tiene un proyecto, hay que hablar frecuentemente de él, y contárselo a cuanta más gente mejor, porque nunca se sabe dónde puede estar esa persona, ese inversor, ese proveedor, ese cliente, esa pieza que al final te ayuda a montar el rompecabezas. Conviene hablar mucho del proyecto y también escribir sobre él. Cuando se habla y se escribe sobre algo, ese algo empieza a hacerse realidad.
Igualmente, es muy importante saber rodearse de la gente adecuada, y saber qué creerse y qué no. Cuando se tiene un proyecto con potencial, al final despierta el interés de muchos, y hay que saber a quién “pegarse” para que el proyecto se vea fortalecido y de quién alejarse para no debilitarlo o ponerlo en riesgo.
Pero, sobre todo, lo más importante es tener compromiso y un propósito firme que te anime a seguir adelante y a no tirar la toalla en momentos de debilidad. Arrancar un negocio nunca es fácil y, dependiendo de la envergadura, del impacto que se quiera llegar a generar y de los recursos que se necesite movilizar para conseguirlo, puede convertirse en un proceso que se alargue durante meses o años, en los que se vive una montaña rusa de emociones y en los que, a veces, te puedes sentir solo e incomprendido.
Yo concibo el emprendimiento como una carrera de fondo, y el hecho de tener ese propósito es lo que me ayuda a salir adelante y a afrontar los momentos en los que el emprendimiento se pueda llegar a hacer un poco cuesta arriba.
Desde el Programa Empleaverde y la Red Emprendeverde se apoya la puesta en marcha y crecimiento de emprendimientos verdes en España, que aportan soluciones a los retos de la lucha contra la deforestación y la degradación forestal y a la pérdida de biodiversidad.