 
	    05/06/2019
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En un mercado dominado por grandes distribuidores y temporadas vertiginosas empiezan a consolidarse apuestas más sostenibles y sólidas impulsadas por un consumidor cada vez más concienciado frente a este modelo insostenible. Las cifras hablan por sí solas, los residuos y las dificultades para reciclar hacen de la industria textil la segunda más contaminante después de la petrolera y es la responsable del 20% de la contaminación de ríos y mares. En este contexto se han erigido voces y firmas que luchan por superar el actual modelo de la “fast fashion”, muchas grandes firmas están emprendiendo pequeños cambios y los nuevos lanzamientos “ya no se entienden sin criterios sostenibles”, nos cuenta Gema Gómez, creadora de Slow Fashion Next.
El dogma de la “moda rápida” que ha dominado la industria textil en las últimas décadas, asequible y visualmente atractiva se ha revelado como una de las industrias más dañinas e insostenibles para el planeta. Es responsable del 20% de la contaminación de ríos y mares, el 2% de las emisiones de dióxido de carbono y entre el 6% y el 8% del consumo de agua.
Por otro lado, múltiples organizaciones han denunciado las condiciones laborales de los trabajadores. Tras el accidente del derrumbamiento del edificio en Rana Plaza en Bangladesh en 2013, donde murieron 1.138 personas hubo un punto de inflexión en la sociedad que visualizó con esta tragedia las condiciones inhumanas en las que trabajaban los que producían nuestra ropa. Así surgieron movimientos Fashion Revolution, que en España está apoyada por Slow Fashion Next con campañas tan exitosas de concienciación como la de “Who made my clothes”.
Anteriormente Greenpeace, ya había lanzado la campaña Detox para hacer frente al uso generalizado de sustancias químicas peligrosas en la fabricación de ropa.
CIFRAS QUE ESCANDALIZAN
Gema Gómez, al frente de Slow Fashion Next y una de la voces precursoras de la concienciación sobre la moda sostenible en nuestro país, nos remite a un informe de la Ellen MacArthur Foundation, fundación implicada en acelerar la transición a la economía circular, en la que señala que “en la actualidad se fabrican más 100.000 millones de prendas al año en el mundo, en los últimos 15 años se ha multiplicado por dos, pero el número de veces que se lleva cada pieza ha disminuido.
Mientras, los residuos textiles también han aumentado, entre 7 y 10 kilos por persona y año. Apenas reciclamos el 25%, ya que no es fácil debido a la mezcla de las fibras naturales y sintéticas.
Según la Asociación Ibérica del Reciclaje Textil (Asirtex), en España se desechan de 10 a 14 kilos de ropa por persona al año en un interesante estudio sobre “La ropa usada. Tendencias de un mercado emergente”.
¿ES NECESARIO COMPRAR?
Frente a este modelo insostenible ha surgido con fuerza otro tipo de moda más respetuosa con el medio ambiente y con valores sociales que defiende un consumo consciente y ecológico: la Slow Fashion. Un modelo de economía circular que promueve reutilizar la ropa y utiliza materias primas sostenibles garantizando a trabajadores y proveedores un salario digno.
Así, ante la pregunta de si es necesario que consumamos moda sostenible, Gema Gómez lo tiene claro, “lo primero que deberíamos preguntarnos es si necesitamos consumir”, contesta, “seguro que en nuestros armarios tenemos ropa para vestirnos durante los próximos 10 ó 15 años”, explica. “Si tras esta reflexión consideramos que sí tenemos que consumir entonces deberíamos pensar en hacerlo de una forma diferente que quizá pase por alquilar, por intercambiar o por invertir en marcas que lo están haciendo en términos de sostenibilidad”.
Gema lleva más de 8 años impulsando y concienciando sobre la importancia de cambiar el sistema. Desde la plataforma Slow Fashion Next se proporciona formación para inculcar valores de sostenibilidad en la moda e impulsa un directorio con más de 120 marcas responsables con el planeta y las personas que lo habitan. “Ha sido una trayectoria difícil y complicada porque muchas veces parecía estar predicando en el desierto”, pero en estos momentos, “nos encontramos en plena ebullición”, explica. “Existen centenas de iniciativas que nacen con este corazón sostenible mientras que otras más grandes ya tienen claro que no existe un planeta B y que tienen que hacer estos cambios” y añade, “algunas ya están dando sus primeros pasos mientras que otras se están quedando rezagadas”.
El número de proyectos del sector que apuestan por una línea más verde y solidaria está creciendo exponencialmente. “Ahora no se entiende empezar una marca sin estos criterios porque existe demasiada ropa que no necesitamos y si hay que crear algo nuevo debería ser algo que genere valor a lo largo de toda la cadena de suministro, si no, no debería de existir”, cuenta Gema.
De hecho, en España, las búsquedas de marcas de moda sostenible aumentaron un 60% en el 2018 con respecto al año anterior, según el buscador global de moda Lyst.
TRAS LA CONCIENCIACIÓN LA ACCIÓN
El siguiente paso tras la concienciación, que Slow Fashion Next ha llevado a cabo con acciones como el evento anual de la Jornada de Moda Sostenible, es la acción. “Tenemos que dejar de hablar de moda sostenible y hablar de manera concreta con cifras y datos”. Curiosamente no existen estudios que cifren el porcentaje de moda sostenible que se consume en España “y eso es un dato en sí mismo”, revela Gema.
Ahora el desafío para Gema “es crear otros proyectos que aumenten el impacto de conciencia y ayuden a visibilizar a las empresas que realmente lo están haciendo bien”. En estos momentos está inmersa en B2Fabric, una marca de tejidos naturales y servicios de consultoría y formación para desarrollar e implementar una estrategia para la sostenibilidad de las marcas.